jueves, 13 de junio de 2013

La traición de Dios



ANTONIO DE LA GUARDIA FONT

13 DE JUNIO DE 1939 — 13 DE JULIO DE 1989

Fue arrestado el 12 de junio de 1989, en la oficina del viceministro primero del Ministerio del Interior, general de división Pascual Martínez Gil. El coronel De la Guardia acudió solo. Estuvo todo el recorrido de 25 minutos bajo el control de la brigada asignada del K-J. Conducía su Lada 2107 color azul oscuro. El general Martínez Gil lo llamó hacia las 8 de la noche y le dijo que se presentara en su oficina. Eran compañeros desde los tiempos iniciales de lo que luego fuera la Dirección General de Tropas Especiales (DGOE). “Necesito que vengas por aquí un momento, Sici”, le dijo. Sici era el apócope de su forma habitual de llamarlo: Siciliano. Sí, le dijo que era por un momento. El recorrido comprendía desde su casa, en el barrio Siboney, otrora uno de los barrios aristocráticos de Cuba, emblemático asentamiento de la alta burguesía cubana conocido como Biltmore—la Revolución les expropió incluso el nombre—, al oeste de La Habana, hasta el conjunto de edificios del Ministerio del Interior, en la Plaza de la Revolución, hacia el este.

Desde luego, no volvió a recorrer ese camino en dirección contraria. Nunca más. Ni a conducir un coche. Ni a llevar a las cintura su amada Heckler&Koch calibre 45. El único en Cuba con una. La historia posterior es conocida. Fusilado un mes después de esa llamada, el 13 de julio de 1989. A las 12.25 AM, según su certificado de defunción, que tiene borradas las causas de muerte. Pero es usual en las ejecuciones poner hemorragia interna como causa de muerte. Es la fórmula de la burocracia forense cubana de describir el impacto en el pecho de los proyectiles full metal jacket de los fusiles de asalto. Nunca contemplan el tiro de gracia. La destrucción de la masa encefálica no califica como hemorragia interna.

El caso es, finalmente, que Fidel Castro lo mandó a matar. Pero no voy a entrar hoy en esos juicios. Obligaría a la elaboración de valoraciones morales Y a amargarme esta dulce tarde de lluvia en Miami. En definitiva, hubiese sido el día de su cumpleaños. ¿Se lo imaginan? ¿Tony un viejito de 74 años? Qué cantidad de Rolex y de jeans Levis y de Ray-Ban nos hubiéramos regalado. (Sí, era su festejo, pero aprovecharse era permitido). Y las niñas que nos hubiéramos bailado. (Unas Viagras especiales conseguidas donde fuera. De efecto instantáneo y reforzadas con cobalto y maceramiento de testículo de tigre).

74 de nacido y 24 de muerto. Esos 24 que le arrebataron, los hubiésemos dedicado, sin duda, a nuestras pasiones imbatibles y genuinas: sacarle el jugo a las circunstancias y defender a Fidel.

Arriba: El teniente Antonio de la Guardia al timón de un velero. Es una operación de los años 60. Es secreta. Tiene tipo de rendezvous. O de exploración. De cualquier manera, pronto el Caribe se inscribirá en sus dominios. La aventura de nosotros. La mezcla perfecta de preservar a Fidel y gozar.

Abajo: Desde la derecha: los amigos Carlos Aldana, Antonio de la Guardia, Raúl Castro y Norberto Fuentes. Una madrugada del verano de 1988 en el estudio del escritor, donde Raúl, hermano menor de Fidel y “número 2” de la jerarquía revolucionaria, suele refugiarse. Esta noche decide acoger —bajo su brazo— a Tony. Dentro de un año levantará esa misma mano para exigir que lo fusilen.
Aldana, jefe de propaganda del Partido, llamado “el ideólogo”, sonríe con cierta cautela.
 
Sobre las dos fotos: Copyright © 2013 by Norberto Fuentes. Prohibida su reproducción en cualquier otro medio.